Árboles nativos de Baja California Sur que son considerados sobrevivientes
Especies como el torote blanco, el encino negro y el cardón destacan como aliadas clave para proyectos de reforestación urbana y conservación ecológica.

Baja California Sur enfrenta el reto de reforestar en un entorno árido, con temperaturas que superan los 40 °C y precipitaciones escasas. Sin embargo, la riqueza natural del estado ofrece una ventaja: árboles nativos que se pueden adaptar a estas condiciones climáticas.
En este contexto, especies como el torote blanco, el encino negro y el cardón destacan como aliadas clave para proyectos de reforestación urbana y conservación ecológica, debido a su capacidad de adaptación y beneficios ambientales.
Actualmente, el crecimiento urbano acelerado en ciudades como La Paz, Los Cabos y Ciudad Constitución plantea la necesidad de reforestar sin comprometer la infraestructura.
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Árboles nativos de Baja California Sur

El torote blanco (Bursera microphylla) es una especie de corteza blanca y retorcida que refleja el sol y reduce la evaporación.
Su floración amarilla y crema ocurre en los meses más cálidos, atrayendo abejas y otros polinizadores, vitales para el equilibrio ecológico. Además, su crecimiento lento y raíz no invasiva lo convierten en ideal para zonas urbanas.
En las alturas de la Sierra de la Laguna, habita el encino negro (Quercus devia), un árbol endémico que puede vivir más de 300 años. Este gigante lento pero longevo regula la humedad del bosque de pino-encino, formando un hábitat esencial para aves y mamíferos.
Por su parte, el cardón (Pachycereus pringlei), considerado el cactus más alto del mundo, puede alcanzar más de 20 metros de altura.
Su estructura le permite almacenar grandes cantidades de agua, ofreciendo alimento y refugio para la fauna local. Es una pieza icónica del paisaje sudcaliforniano.
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Reforestar con árboles nativos de Baja California Sur

Reforestar con árboles nativos como el torote blanco, el guayacán o el palo verde no solo embellece el entorno urbano, sino que también aporta beneficios climáticos y ecológicos.
Estas especies disminuyen la temperatura ambiental, captan CO₂, favorecen la infiltración de agua al subsuelo y preservan la biodiversidad.
En un contexto global de cambio climático, aprovechar especies adaptadas al entorno no solo mejora la eficiencia de los proyectos de reforestación, sino que reduce costos de mantenimiento y mejora la salud urbana.