Just Room Enough Island: la isla habitada más pequeña del mundo está en Nueva York
Con apenas 310 metros cuadrados, esta diminuta isla en el río San Lorenzo alberga una sola casa, un árbol y una gran historia que la convierte en un símbolo de vida minimalista.

Ubicada en el archipiélago de las Mil Islas, entre Canadá y Estados Unidos, Just Room Enough Island es considerada la isla habitada más pequeña del planeta. Propiedad de la familia Sizeland desde los años 50, este pequeño paraíso neoyorquino ha cautivado a miles de turistas por su singularidad, convirtiéndose en una curiosidad arquitectónica y un emblema de vida en armonía con la naturaleza.
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En el corazón del río San Lorenzo, justo en la frontera entre Canadá y Estados Unidos, se encuentra una joya geográfica que sorprende por su diminuto tamaño: Just Room Enough Island. Este islote, parte del archipiélago de las Mil Islas, ostenta el título de la isla habitada más pequeña del mundo, con apenas 310 metros cuadrados de superficie.
Conocida también como Isla Hub en el pasado, esta porción de tierra pertenece al estado de Nueva York y fue adquirida por la familia Sizeland en la década de 1950, quienes decidieron construir una acogedora casa de vacaciones sobre ella. Además de la vivienda, la isla tiene un árbol, algunos arbustos y bancos, todo cuidadosamente distribuido para aprovechar cada centímetro.
Aunque pequeña, su historia es grande. Antes de 1982, el récord de la isla habitada más pequeña lo tenía Bishop Rock, en Reino Unido, hasta que su faro fue automatizado y dejó de contar con presencia humana. Desde entonces, Just Room Enough se convirtió en un símbolo mundial de vida sencilla, sostenible y en contacto con la naturaleza.
A solo unos kilómetros se encuentra el Castillo de Boldt, una opulenta mansión construida por amor en el siglo XX. El contraste entre ambas propiedades es tan llamativo como poético: una representa el lujo y la otra, el minimalismo.
Hoy, esta pequeña isla continúa atrayendo a visitantes que, desde embarcaciones, se acercan para admirar su singularidad. Una muestra de que, a veces, no se necesita más que “el espacio justo” para tener un hogar.