La Plaza de los Arcángeles: un oasis escondido en el corazón de San Ángel
Este encantador rincón del Barrio Mágico de San Ángel ofrece historia, arquitectura colonial y tranquilidad en plena Ciudad de México.

La Plaza de los Arcángeles es uno de los secretos mejor guardados de San Ángel. Rodeada de historia, naturaleza y arquitectura virreinal, esta pequeña plazuela invita al descanso, la contemplación y el romance. Ideal para recorrer en fin de semana y redescubrir la capital desde otra perspectiva.
Un rincón mágico en San Ángel
Al sur de la Ciudad de México, en uno de los barrios más emblemáticos y tradicionales de la capital, se encuentra la Plaza de los Arcángeles, un espacio que, aunque poco conocido, encierra siglos de historia y encanto.
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San Ángel, conocido en épocas prehispánicas como Tenanitla (“lugar amurallado”), debe su nombre a la presencia del antiguo colegio y convento de San Ángelo Mártir (hoy Museo del Carmen) establecido por los carmelitas en el siglo XVII.
La caminata ideal arranca en la Plaza del Carmen, con dirección a la calle de la Amargura, donde se pueden admirar casonas coloniales como la del Mayorazgo de Fagoaga. Estas residencias dieron carácter al barrio como lugar de veraneo de la nobleza novohispana.
La atmósfera se vuelve más íntima al adentrarse en la cerrada de la Amargura, que desemboca en una pequeña plaza adornada con una cruz de piedra, y a una casona que perteneció al obispo Joaquín Fernández de Madrid.
Templos, jardines y arte colonial
Desde ahí, el recorrido continúa hacia el atrio del templo de San Jacinto, famoso por sus bodas y su cruz tallada en cantera, una joya del arte tequitqui, mezcla de estilos indígena y europeo.
Al regresar a la ruta principal, se llega a una plaza que da paso a la calle del Árbol y, por la 2ª Cerrada de Frontera, se alcanza finalmente la Plaza de los Arcángeles.
Este pequeño espacio invita al descanso inmediato. Sus tres bancas de piedra (decoradas con bugambilias) llevan los nombres de los arcángeles San Miguel, San Gabriel y San Rafael. La fuente central y su exuberante vegetación completan un entorno perfecto para leer, pasear, meditar o simplemente desconectarse del bullicio urbano.
En uno de sus extremos, un par de arcos de piedra con enredaderas enmarcan el acceso a una casona elegante, aumentando el aire romántico y nostálgico del sitio