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La Danza de los Voladores de Papantla: un legado ancestral que desafía el tiempo

Esta ceremonia sagrada de origen prehispánico sigue viva gracias al orgullo y perseverancia del pueblo totonaca, que busca preservar su herencia cultural frente a la modernidad.

Desde lo alto de un poste de hasta 37 metros, los voladores de Papantla desafían la gravedad en una ceremonia que une música, danza y espiritualidad. Esta tradición milenaria sigue cautivando al mundo y es considerada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

La Danza de los Voladores, también conocida como el rito de los Hombres Pájaro, es una de las tradiciones más emblemáticas y antiguas de México. Originaria del pueblo totonaca, esta ceremonia ceremonial se lleva a cabo en diversas regiones del país, pero su cuna y corazón está en Papantla, Veracruz.

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Esta danza tiene raíces prehispánicas y nace como una ofrenda a los dioses para pedir lluvia y fertilidad en tiempos de sequía. Cuenta la leyenda que, ante una gran escasez de agua, los ancianos de Totonacapan encomendaron a cinco jóvenes castos cortar el árbol más alto y recto del bosque, transformándolo en el centro de un ritual de música y danza que alcanzara las alturas donde habitan los dioses.

El ritual inicia con una compleja ceremonia: la selección del “palo volador”, su corte, transporte y siembra, todo ello envuelto en ofrendas como aguardiente, tabaco y tamales. Una vez erguido el poste, se realiza la danza. Cuatro voladores suben al mástil, mientras el caporal ejecuta música tradicional con tambor y flauta desde lo alto del tecomate. Al lanzarse al vacío, cada volador gira 13 veces, sumando en conjunto 52 vueltas, simbolizando el ciclo del calendario mesoamericano.

El vestuario es igualmente simbólico: colores vivos, penachos, bordados con lentejuelas y flecos dorados representan aves, rayos solares y la fertilidad de la tierra. Esta danza también honra los cuatro puntos cardinales, con el caporal marcando el oriente como origen de la vida.

Hoy en día, aunque se utilizan postes metálicos en algunas localidades, la esencia del rito se conserva. Los voladores inician su preparación desde niños, y deben observar estrictas normas como la abstinencia sexual y alcohólica, en honor a los jóvenes puros que realizaron el primer ritual.

Papantla celebra esta tradición con orgullo. En sus calles, murales, artesanías y monumentos, los voladores están presentes como símbolo de identidad. Esta danza, que para algunos es solo un espectáculo, encierra en realidad un profundo significado espiritual y cultural.

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