La emblemática marca Tupperware, sinónimo de recipientes herméticos y prácticas demostraciones en el hogar, ha anunciado su bancarrota. La empresa, que revolucionó la forma de almacenar alimentos en la década de 1940, ha sido incapaz de adaptarse a los cambios del mercado y a la competencia creciente.
El modelo de venta directa, que en su momento impulsó el éxito de Tupperware, se ha convertido en su talón de Aquiles. La compañía reconoce que no logró diversificar sus canales de distribución, quedando rezagada en la era digital. A esto se suma un entorno económico desafiante, marcado por la pandemia, la inflación y las disrupciones en la cadena de suministro.
A pesar de intentos recientes por expandir su presencia en línea y en grandes tiendas como Amazon y Target, Tupperware no ha logrado revertir la tendencia a la baja en sus ventas. La empresa ahora busca un comprador que pueda mantener viva la marca, mientras lidia con una deuda de más de 1200 millones de dólares.
La noticia de la bancarrota de Tupperware marca el fin de una era y plantea interrogantes sobre el futuro de las ventas directas y la sostenibilidad de las marcas tradicionales en un mundo cada vez más digitalizado.