Los ocho episodios de la primera temporada de “Cien años de soledad”, que estrenó este miércoles, son también un reto para los ojos avispados y amantes no sólo de la novela, sino de la cultura Latinoamérica y la vida de Gabriel García Márquez.
Más allá de la historia sobre la familia Buendía y sus siete generaciones en el pueblo de Macondo, la producción echó mano de varios datos que “escondió” en escenas que las hacen aún más ricas y que vale la pena ir descubriendo.
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Aquí te damos algunas de los detalles que pueden verse en la producción de Netflix y cuya segunda temporada está en proceso de rodaje.
- Pueden quizá no verse a simple vista, pero hay que poner mucha atención para notar que en la etapa más desarrollada de Macondo, las calles tienen nombre. En la novela original eso no existe, pero se decidió bautizarlas con distintos apelativos como “Santiaga”, en honor de la madre de Gabriel García Márquez, el autor de la novela, y “Mercedes”, en honor de su esposa Mercedes Barcha.
- Las distintas versiones de Macondo se construyeron en un área de 540 mil metros cuadrados, equivalente a unas 55 canchas de futbol profesional. En las escenas se pueden ver las primeras chozas de barro y cañabrava, iluminadas por fuego, pero también más modernas y cimentadas, hasta lo que será llegar a la luz eléctrica. Y si, todo fue hecho en un mismo lugar, nada de Realidad Virtual o efectos visuales.
- Cada una de los sombreros, mochilas, vestimentas y hasta hamacas fueron diseñadas acorde a la época (siglo XIX, inicialmente) en que va transitando la familia Buendía. Por ejemplo durante el éxodo se ve a los personajes protegerse contra el frío con capisayos de palma como eran elaborados a mediados de ese siglo. En esa época en Colombia se producía un textil llamado lienzo de tierra, por lo que es un tono que predomina entre los personajes campesinos.
- Los colores son importantes para la personalidad de cada personaje. Por ejemplo Aureliano Buendía, el militar que escapa varias veces de la muerte, incluso de la autoinflingida, inicia vistiendo en tonos grises, porque justo el equipo de producción determinó que es como la niebla. Ya cuando se vuelve coronel entra en tonos verdes, coincidiendo con revoluciones en toda Latinoamérica.
- Este último punto no se ve, pero si llega por los oídos. En las escenas con música se echó mano de músicos reales que pudiesen mezclarse con el resto del pueblo. También se combinó, siguiendo el realismo mágico de la novela, elementos que normalmente no tendría relación. Por ejemplo en una pelea de gallos se requirió de gaitas y tambores para seguirla, adhiriendo instrumentos de vientos que simulan lamentos.
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